Esta estupenda tabla me pareció muy ingeniosa porque resume en unos cuantos iconos las probabilidades respecto al color de ojos de los hijos según sean los colores de ojos de los padres [el orden padre/madre es indiferente]. Como es bien conocido esto es básicamente hereditario: según diversos genes que se heredan unos del padre y otros de la madre el resultado en los descendientes es un color u otro.
Pero los cálculos no son tan sencillos como esto: para empezar hay una enorme cantidad de colores de ojos y no solo los que aparecen en la tabla. Además de los más comunes que son castaños, azules y verdes (el verde es el menos común) hay también ámbar (marrón claro), avellana (entre marrón y verde) y gris. La tabla solo muestra los tres más comunes y sus combinaciones, pero hay gente que disfruta de unos preciosos ojos de esas otras tonalidades –por lo general «cuanto más raros, más apreciados»– lo cual además suele variar un poco por razas/regiones.
Por si esto fuera poco luego hay toda una variedad de lo que llaman condiciones anómalas tales como ojos que combinan dos colores en el mismo iris (mitad-y-mitad), ojos de un color colores distintos (heterocromía), ojos violetas y rojos producidos en casos de albinismo. Incluso gente a la que le cambia el color un poco con el paso de los años, algo que es muy típico y sorprendente en los recién nacidos durante las primeras semanas/meses. Todo esto se debe a un pigmento llamado melalina.
¿Son estos datos exactos? No, pero son una buena aproximación. En realidad sucede que dos padres con ojos marrones pueden tener un bebé con ojos azules, o al revés, que dos padres de ojos azules tengan un descendiente con ojos castaños – es improbable pero puede suceder. Todo depende de la combinación de genes y alelos que proceden del padre y de la madre, los que son dominantes o recesivos sobre otros, etcétera. Y esos porcentajes no son fijos: algunas pistas al respecto las dan los colores de ojos de los abuelos y otros familiares cercanos.
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