Escéptico escribió:
El caso que nos ocupa se refiere a la refracción de un niño, que puede sufrir un deterioro irreversible si se trata de manera poco rigurosa. Aquí es importante dejar claro quién asume la responsabilidad, que es el médico que emite la receta. Más de una vez he topado con prescripciones ilógicas, contradictorias, e incluso alguna más que discutible, pero las he montado tal cual. Mi razonamiento es el siguiente: si no estoy en condiciones de conocer todo el historial de un paciente, puede que haga más daño con una intromisión indebida que entuerto pueda solucionar.
Eso para empezar y para seguir hay que entender que la prescripción de una gafa se podría igualar a la de un medicamento (en éste caso), y bajo mi punto de vista es como si le dijéramos que en vez de ponerse tobrex que se ponga tobradex, porque es un poco más fuerte.
Escéptico escribió: Ahora bien, eso no quiere decir que me haya quedado tranquilo. Habréis tenido algún caso similar sin duda, cuando un niño tiene repetidas prescripciones hipermetrópicas para algún tipo de estrabismo, año tras año, y con el paso del tiempo notáis que la desviación se mantiene. Tan sólo hay que fijarse un poco al ajustar la gafa en la cara del pequeño. Y los padres, gente que a menudo no tiene el interés que debiera, tan contentos por los supuestamente estupendos progresos de su retoño en materia visual. Pasan los años, y la anisometropía persiste, llega la adolescencia, y un buen día anuncian que ya no tiene que llevar gafas. Evidentemente el ojo fijador es ahora casi emétrope, ¿pero y el colateral? Al ser preguntados, los padres comentarán que su hijo tiene una excelente visión y que estudia o juega sin molestia alguna. Encogiéndonos de hombros, continuaremos con nuestro trabajo.
Esto que comento son apenas unas anécdotas, no llega a una serie de casos, pero no está de menos tenerlo en cuenta al opinar sobre una receta.
Bien distinto es el caso de un adulto, pero no es el tema de este hilo.
Un saludo.
Pues personalmente me he encontrado muchos casos así, sobre todo en desviaciones pequeñas, y al ofrecimiento para realizar una valoración ésta ha sido rechazada por los padres, a los que has definido perfectamente. Pero cambiar el tratamiento en éstos casos me parece una osadía y un acto de irresponsabilidad, siempre y cuando no se haya realizado una valoración y se haya contactado con el profesional que emitió la "receta".
mike escribió:Debería de añadir que yo conozco un caso de aquí de una optometrista que empezó a trabajar en la óptica en la que estoy, en la que se hacen las pruebas que comentáis, y que empezó a trabajar en un hospital público. He visto graduaciones suyas y he visto, por poner ejemplos, astigmatismos anotados de (-0.25) a 18º, la mayoría de adiciones de 3.00, gente que he comprobado a la que le ha "subido" la 2 D en un año... en fin, que hay de todo en todas partes. Todos nos podemos equivocar, y, como bien dice beg, lo mejor es la comunicación entre ambos sitios. Porque no olvidemos donde viene siempre el paciente a quejarse...

Pero es su responsabilidad mike. A lo mejor lo que tendría que suceder es que después de cambiar a la torera una graduación y comprobar que el tratamiento no ha hecho efecto, o peor aún, hemos encontrado un retroceso, se le debería de caer el pelo a la persona que cambió la graduación.
Es cierto que cuando una persona no ve con su nueva gafa, al primer lugar que acude a quejarse es la óptica. Sólo tenemos que dar un informe del montaje de dicha gafa y que acuda al oftalmólogo o al optometrista que la prescribió. Punto. Pero como nos pesa como nos pesa nuestra parte comercial, pues........
Estoy a favor de una relación más cercana y coordinada entre profesionales, como decís, el gran beneficiado es el paciente.